Tus certezas pueden ser también tus propias limitaciones. La rigidez de argumentos endurece el cuerpo. La flexibilidad aporta adaptabilidad. Para conseguirlo existe una herramienta importantísima: LA PREGUNTA.
Cuestionarnos ante cualquier eventualidad o problema, verlo desde diferentes ángulos. Por ejemplo, ante el comentario de un profesor sobre sus alumnos:
"Cada día vienen menos preparados,
son más irresponsables,
están peor educados,
no atienden en clase..."
Tal vez, cabría preguntarse si el problema no está en el profesor:
"¿Me he adaptado a las nuevas formas de comunicación?
¿Sé captar lo que necesitan mis alumnos?
¿Son amenas mis clases?
¿Recibo feedback de mis alumnos?
¿Cómo es mi posición ante ellos?"
Esto podríamos adaptarlo a cualquier aspecto de nuestra vida. Necesitamos ser humildes ante la escucha de aquellos que contradicen nuestras afirmaciones.
Eso nos ayudará a comprender mejor la realidad y a tomar mejores decisiones.
Relegar nuestro ego.

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