Frente a la aventura de la vida, lo más difícil de conseguir es aprender a vivir con quiénes somos.

Tendríamos que poder quitar de nuestras mentes todos los listones de altura que pretendemos ir saltando, pensando que si no lo hacemos, no somos suficientemente dignos. ¿Dignos de qué?
El hecho de nacer ya nos otorga total dignidad. Pero en el transcurso vital vamos dejando de creer en este principio básico. La dignidad del individuo no depende de sus capacidades mentales, ni profesionales, ni de los éxitos que a ojos ajenos parezcan conseguidos con plenitud.
Es algo más profundo: cuando frente a los acontecimientos que nos depara la vida, y en libertad, siempre escogemos la opción que coincide con nuestra ética personal con integridad. Al mismo tiempo, nos hace ser respetados, produce un sentimiento de paz y equilibrio. Evita la traición a uno mismo. Da satisfacción profunda. Confianza.
Foto: Película Memorias de África, 1985.
コメント